Una de las inscripciones que reluce en uno de los dos arcos del Museo del Hombre en París dice algo así: "El hombre crea sin darse cuenta, tal y como respira; más el artista crea a sabiendas, en el goce de su propio dolor".
No es una traducción literal, más es la idea de lo que se quiere decir. Cuando aprenda más el idioma me comprometo a transcribirlo tal cual se debe.
Dentro de las etapas que marcan la vida de cualquier humano, a mi juicio estan: la conciencia del nombre propio, el despertar sexual y finalmente la conciencia de la muerte.
Al pensar en ello, llego a pensar que el ciclo universal se reduce a crear y destruir, para volver a crear, tal como la filosofia descrita por Hesse en "Demian" al hablar del dios Abraxas. Un huevo se rompe para que un ave nazca, el vientre se abre para que nazca un bebé, el cigarro se quema para aliviar la adicción, este espacio en blanco lo mancho de letras para poder darle un sentido lógico a su existencia.
Crear. Creador. Creación. Destruír. Doler. Romper.
Todo es etapas, todo es marca. los límites y registros que son necesarios para que universalmente sepamos dónde está nuestro mejor lugar, no el que debemos ni que el que estamos destinados, sino el que escogemos.
Hablando de etapas, bien la infancia empieza a terminar (o bien en mi caso se termina), cuando sabes que somos perecibles; al pasar de los años se puede mantener una vía de escape, en la que la humanidad sigue uniéndose de manera trascendente en el tiempo y el espacio, por que al observar algún indicio de nuestra huella que sea con un sentido, me sorprende. Y la sorpresa es el indicio mismo de la vida, ya que nos muestra que la vida es poca y hay que seguir descubriendo y disfrutando de lo que mencioné en un inicio: La trascendencia del registro humano, en lo que sea, el grabado de un metal, las manos en el cemento de la vereda de la fama, los vitrales de las iglesias, las gárgolas en los castillos, los puentes, los balcones, en fin, todas esas cosas que ahora veo pasar como diapositivas en mi cabeza y que al mirarlas trato de pensar en lo que estaba pensando el que las hizo, existencialmente absorta en el posible artista machacado, o el que dejó todo oculto en una clave maestra, y el que apropósito escribía al revés.
Es cierto que todos aportan el CO2 necesario para mi consumo de O2, pero la idea sería como hombres, ser conscientes de lo implacable que es la vida, y descubrir el secreto de la juventud que está en los ojos de un viejo que se ríe al escuchar la respuesta de su nieto, y de los que saben sonreir en medio de la muerte, a plena luz.
[Foto: Basílica del Sagrado Corazón. Momento artístico-fotográfico de quien escribe]
En el tintero: No soy católica, pero admirar la belleza es de por si un tipo de religión, visteh?. Que contento se pondría el artista aquel y los obreros aquellos. Tocar una piedra de ese lugar milenario es un honor humano.
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